ARNA´S CHILDREN

ARNA´ S CHILDREN (Niños de Arna)
Director: Juliano Mer Khamis, Israel, Palestina.
Holanda, 2003; Escrito y Dirigido por Juliano Mer Khamis and Danniel Danniel ;
Fotogr.: Juliano Mer Khamis, Hana Abu Saada, Uri Shteinitz; Ed.: Obbe Verwer, Govert Janse; Sonido: Alla Khouri, Rani Nentzel; Diseño de sonido: Huibert Boon; Prod.: Osnat Trabelsi and Pieter van Huystee; Line Producer: Sylvia Baan; Commissioning Editor: IKON Wessel van der Hammen; V.O.S: árabe, hebreo e inglés; 84 min.;
http://www.arna.info

En el primer plano en el que uno de los chicos de Arna aparece en pantalla le muestra sentado sobre las ruinas de su casa, destruida apenas unas horas antes. La mirada perdida en el infinito, los ojos secos de tanto llorar. Tiene 12 años. Posteriormente, y para comenzar la actividad de "reilusionamiento" con la vida que pretende llevar a cabo, Arna reúne a un grupo de niños, entre los que se encuentra el anteriormente mencionado y le pide que les cuente a sus compañeros cómo siente. Tras reiterados silencios, el chico comienza a golpear a todos los que le rodean. Siente odio, rabia y desesperación. Lo ha perdido todo y no entiende por qué...

Hace poco tiempo, Juliano Mer Khamis, director israelí de cine, aseguraba en Barcelona, tras la presentación de su documental "Los chicos de Arna": "sólo espero que tras ver esta película todos vosotros recordéis que los suicidas y resistentes palestinos son personas con nombre y apellidos, con una historia trágica tras de sí. La próxima vez que en un telediario os informen sobre el último ataque suicida palestino en Israel, recordad a los chicos de Arna".

El género documental se nos presenta, en este contexto, como cada vez más necesario ante la continua desinformación con la que somos manipulados desde los medios de comunicación convencionales. Estamos acostumbrados, con escasas y honrosas excepciones, a recibir una información fragmentada, rápida, de treinta segundos, tamizada, sobre todo, por un punto de vista que parece objetivo pero no lo es y, al mismo tiempo, conforma nuestro modo de comprender el mundo en que vivimos. Así, la mayoría de la ciudadanía construye su esquema bipolar de buenos y malos, justicias e injusticias, intereses y desintereses, enemigos y aliados. El documental no juega, en estos casos, nada más (y nada menos) que un papel de complemento, explicación adicional o visión personal a través de los ojos de su realizador, de la información que recibimos habitualmente a través de los canales de comunicación convencionales.

Cuando vemos un documental no somos espectadores, en muchos casos, más que de una noticia ampliada del telediario. Y no debemos menospreciar esta forma de adquirir información a través de un instrumento poliédrico que la democratización de las nuevas tecnologías pone al alcance de cada vez más comunicadores. El género documental se convierte progresivamente y con fuerza en un ejercicio democratizador de la transmisión de información. Hoy en día, con ilusión, ganas y buena voluntad es posible hacerse con una cámara de video digital por menos dinero del que nos cuesta un mes de alquiler y con un ordenador para montar ese video que grabemos por el precio de uno o dos meses de alquiler. Otra cosa es que esta accesibilidad sea bien utilizada. En general, y visto lo visto, menos mal que el capitalismo tiene al menos un efecto colateral positivo: poner cámaras en nuestras manos para contar lo que queramos.

Ante el conflicto palestino-israelí, y para no abandonar mi habitual y redundante (pero no por ello menos necesaria) vuelta y revuelta sobre un tema que me persigue cada vez que escribo, estamos acostumbrados a ser siempre testigos del mismo conjunto de imágenes, que se repiten una y otra vez, con el mismo esquema simplificador: Imágenes de resistentes palestinos encapuchados. Funerales en Gaza con multitudes que gritan enfervorecidas frases en árabe que nunca se nos traducen mientras muestran sus armas automáticas y disparan al aire. Y ¿qué es lo que estos jóvenes gritan? ¿qué les ha llevado a ingresar en las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, Hamás o la Yihad Islámica?

"Los chicos de Arna" es una película documental israelí que recorre, a lo largo de diez años, la historia de un grupo de chicos del campo de refugiados de Jenín y nos ofrece algunas de las más verdaderas y completas respuestas a estas preguntas. En 1989, una mujer israelí, Arna, decide establecer un grupo de teatro en el campo de refugiados. Su objetivo principal es demostrarles a los niños palestinos que existe todo un mundo de posibilidades más allá de la violencia a la que son sometidos diariamente por la ocupación militar del ejército israelí. Su hijo, Juliano Mer Khamis, es el encargado de documentar ese período de tiempo en el que Arna es capaz, literalmente, de recoger a varios niños de entre las ruinas de sus casas, destruidas por los bulldozers y no sólo convertirles en actores sino devolverles la ilusión por vivir a través de un tipo de educación que no conocían: la expresión corporal y artística. Toda la historia queda recogida en imágenes.

Con "toda la historia" nos referimos a que el primer plano en el que uno de los chicos de Arna aparece en pantalla le muestra sentado sobre las ruinas de su casa, destruida apenas unas horas antes. La mirada perdida en el infinito, los ojos secos de tanto llorar. Tiene 12 años. Posteriormente, y para comenzar la actividad de "reilusionamiento" con la vida que pretende llevar a cabo, Arna reúne a un grupo de niños, entre los que se encuentra el anteriormente mencionado y le pide que les cuente a sus compañeros cómo siente. Tras reiterados silencios, el chico comienza a golpear a todos los que le rodean. Siente odio, rabia y desesperación. Lo ha perdido todo y no entiende por qué. La película relata el duro camino que Arna y Juliano recorren junto a su nueva familia de chicos palestinos. Y ese arduo camino recorrido entre 1989 y 1993 que consiste en devolverles la ilusión a un grupo de niños que lo han perdido todo culmina en una maravillosa representación teatral que constituye en sí misma un horizonte abierto para que la vida retome el sentido y el futuro adquiera color más allá de los bombardeos, los asesinatos y las invasiones que constituyen la vida diaria de estos niños.

El proyecto de documental se queda en un cajón y es retomado 10 años después. En el año 2003, con Arna ya fallecida, Juliano Mer Khamis decide volver a Jenín para saber qué ha sucedido con aquel grupo de niños. La historia que presenciamos en la segunda parte del documental no es más que una representación de la vida diaria de tantos miles de jóvenes palestinos. Privados de cualquier esperanza de futuro debido a la ocupación israelí, los actores de la obra teatral de Arna se han convertido en miembros de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa. Lo que sucede a partir del segundo viaje de Juliano a Jenín es fácilmente previsible por cualquier espectador. Pero no merece la pena contarlo en palabras si puede verse en imágenes. Es el relato de la tristemente conocida como "Batalla de Jenín".